VIEJA VERSIÓN ACADÉMICA

 

La leyenda local relata que llegados los habitantes desde una mítica isla llamada Hiva, su primer "ariki" (rey) fue Hotu Matua ( padre prolífico ) hacia el siglo IV de nuestra era. Su primer rey llegó a la playa de Anakena procedente de una tierra abrasada situada al este. A Hotu Matua le sucedieron 56 generaciones de reyes, hasta que en la década de 1680 llegó otro grupo al mando de un jefe llamado  Tuu-ko-ihu. Ambos grupos se dividieron entre los orejones, artífices de los moais, y los recién llegados orejitas, que constituían una clase inferior dedicada a las labores manuales. Finalmente los orejitas se rebelaron y mataron a todos los orejones menos a uno en la trinchera de la península de Poike. Ésta era una zanja llena de ramas y troncos de árboles que funcionaba como una muralla de fuego. Pero un traidor, casado con una mujer de los orejitas, los avisó. Entonces los orejitas entraron en la península y rodearon a los orejones , empujándolos hacia su propia trampa, donde murieron todos excepto el traidor.  Según el explorador noruego Thor Heyerdhal que con su balsa, la Kon-Tiki, navegó desde Perú hasta Tahití  demuestra así que una cultura sudamericana podría haber llegado a la isla si lo hubiese deseado con anterioridad a los incas. Heyerdhal, continuó luego realizando excavaciones arqueológicas en la isla y concluyó que  los primeros isleños llegaron desde la costa peruana  huyendo de la destrucción del antiguo imperio tiahuanaco.Éstos trajeron consigo plantas que todavía crecen en la isla como son las batatas o las totoras, así como su religión adoradora del sol y su gran habilidad como canteros. También Heyerdhal propone que más tarde llegó un grupo de origen polinesio que eliminó al anterior que previamente vivía allí ya que encontró en la península de Poike una gruesa capa de carbón y cenizas en la zanja. En ese lugar había tenido lugar un gran incendio en algún momento del siglo XVII.
La sociedad rapanui, gobernada por el ariki, con ascendencia directa de los dioses, estaba dividida en tribus y con clases muy estratificadas. Cada tribu ocupaba una zona, siempre con franja costera. La mayor parte de la población vivía hacia el interior, junto a las áreas de cultivo. En el litoral establecían centros religiosos, políticos y ceremoniales (Anakena, Akahanga) y adoraban a los ancestros casi deificados representados por losmoai. Hasta el día de hoy no se sabe como ocurrió la construcción y desplazamiento de aquellas esculturas, entonces cerca de mil.
Se estima que la población de Rapa Nui sufrió una crisis de sobrepoblamiento en los siglos XVII y XVIII, lo que habría provocado guerras entre las tribus, con la consiguiente destrucción de los altares ceremoniales y el abandono de las canteras en que se tallaban los moai. Los nativos comenzaron a vivir en cuevas y debieron padecer periódicamente la escasez de alimentos. Surge un nuevo ceremonial, del Tangata manu (hombre-pájaro), quien primero recogía el primer huevo de manu tara (el gaviotín pascuense) y era líder por un año.
Poco se conoce de las tradiciones y costumbres rapanuis, básicamente por los relatos de las diferentes expediciones realizadas en el pasado; el documento más antiguo corresponde a Roggeveen. Cuenta en su cuaderno de bitácora que fue recibido por polinesios de piel clara, parecidos a los de Tahití y Hawai. Algunos de ellos tenían la piel más oscura y otros eran casi blancos como europeos y con el pelo rojizo. Escribió que: " ...los habitantes encendían hogueras delante de ciertas estatuas altísimas de hasta 9 metros de alto y con grandes cilindros sobre las cabezas. En cuclillas, apoyándose en los talones y con la cabeza inclinada, juntan entonces las palmas de las manos, que van bajando y subiendo alternativamente. Proseguían su ritual hasta el amanecer, momento en el cual adoraban la aurora. Muchos de los fieles llevan tacos de madera en el lóbulo de las orejas para alargarlas hasta el hombro". Roggeveen también nos relató que los pascuences vivían en cabañas largas y chatas, cuyo aspecto recordaba el caso de una embarcación puesta boca abajo. Cultivaban la tierra con destreza y en la distancia pudo ver grandes bosques. El holandés también escribió que los moais habían sido modelados de algún tipo de arcilla amalgamada con guijarros. Sólo estuvo 24 horas en la isla  y se fue. Concluyó asi mismo que los isleños eran unos ladrones puesto que les robaron algunos sombreros y manteles. Mataron a un isleño,  por culpa de un malentendido se cree, mediante  un disparo al tratar de subir a bordo y luego a doce más que querían abandonar la isla se supone. 
Más adelante Rapa Nui fue visitada por varios europeos medio siglo más tarde, cuando el capitán español Felipe González arriba a la isla. Con el típico proceder colonizador español fue con dos religiosos y un escuadrón de soldados hast un punto elevado de la costa oriental, donde plantaron la cruz cristiana y tomaron posesión de las nuevas tierras en nombre del Rey de España. Felipe González escribió que: " ... los hombres de la isla estaban desnudos salvo por unos tocados de plumas, en tanto que las mujeres lucian capas cortas alrededor del pecho y las caderas. No se asemejaban en absoluto a los indígenas de tierras continentales americanas". 
Luego pasaron por la isla  el capitán británico James Cook en 1774 y La Perousse, convirtiéndose en un punto de recalada hacia Oceanía. Cook dijo que los isleños  eran de procedencia polinesia  y que su número era bajo viviendo en condiciones muy pobres. La tierra cultivada era mínima y docenas de moais aparecieron derribados. Los que permanecían en pie no eran adorados sino que se utilizaban como lugar de enterramiento. Los británicos, enfermos de escorbuto, se hicieron a la mar llevando con sigo tan sólo unos cestos de boniatos, aunque fueron timados, ya que los pascuences habían cargado los cestos con piedras y habían puesto unos pocos boniatos encima. 
Especialmente dura para los isleños fue la visita peruana. Entre 1859 y 1863, unos veinte barcos se llevaron alrededor de 2.000 isleños a trabajar como esclavos a las haciendas e islas  del guano peruanas, matando gran número de los que no pudieron llevarse. En 1862, en la madrugada de Nochebuena, unos extraños para los isleños remaron hasta la orilla con ropajes de vivos colores y regalos con los que persuadieron a los pascuences para que salieran a recibirlos. A una orden, los cazadores de esclavos atacaron, maniatando a los que no se rendían y disparando sobre los que se resistían. Fueron apresados mil isleños , includiso el rey y muchos de los sabios.  El exterminio de la clase sacerdotal significó una enorme pérdida; entre otras cosas, la única escritura de la Polinesia (rongo-rongo) quedó inexplicada desde entonces.
Las inhumanas condiciones de vida en los yacimientos de guano, el hambre y las epidemias acabaron con la vida de 900 pascuences antes de que el obispo de Tahití ordenase su liberación.  100 volvieron para la isla, muriendo 85 en el viaje por causa de la viruela y los 15 restantes expandieron la enfermedad por al isla. Sumado a la  partida de unos 250 isleños con los misioneros católicos a Tahiti, redujeron la población a un mínimo de 110 personas, en 1877.
España se olvidó de esta isla y poco tiempo después, bajo iniciativa del capitán de la Armada de Chile Policarpo Toro, se negoció la compra de terrenos en la isla a diversos aventureros extranjeros que se habían apropiado ilegalmente de extensas superficies (el francés Dutrou-Bornier y su socio John Brander, de Tahiti) a pesar que según la tradición, las tierras no podían venderse. Algo más tarde, en 1888, Chile consiguió la firma del Tratado de Anexión de la isla, por la que los nativos, representados por Atamu Tekena, se subyugaban a la soberanía chilena  conservándose al mismo tiempo  los títulos de los jefes locales de los isleños. 
Fueron muy pocos los chilenos interesados en  vivir en la isla. Chile cedió entonces el usufructo de la isla a las empresas ganaderas, primerao a una chilena dirigida por un empresario de Valparaíso, y luego, a principios del siglo XX, a la compañía británica Williamson&Balfour, la cual, con base en Liverpool, utilizaba la Compañía Explotadora de la Isla de Pascua (CEDIP ) , arrendada al gobierno de Chile, para administrar la isla hasta 1953 cuando perdió su licencia. La compañía británico no permitía a los habitantes salir de Hanga Roa para que no molestasen a las ovejas que pastaban por doquier. Los sueldos eran muy bajos.
Pero los isleños siguieron encerrados en la isla, de la que no podían salir; sin derechos de ciudadanía hasta 1966, desprovistos de sus tierras, administradas por los mismos extranjeros y por la Armada de Chile; tierras que sólo a finales del siglo XX comenzaron a devolverse en parte muy pequeña. Los fuertes deseos de autonomía han llevado a que, en 2005, se presente al parlamento un Estatuto Especial sobre la autonomía administrativa de la isla, que entrará en discusión el 2006.

 

 

 

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